8 de octubre de 2018

MEDIO AMBIENTE: "Aberraciones de nuestro tiempo" y "Puy du Fou Toledo, proyecto delirante" por José Luis Yela

José Luis Yela

Hoy día, asistimos a una fuerte crisis de recursos naturales que exige un cambio radical de paradigma socio-ambiental, como ha sido reconocido por la comunidad científica
A grandes rasgos, podemos distinguir dos aproximaciones al uso de los bienes naturales (https://joseluisyela.wordpress.com/2016/04/15/la-situacion-actual-y-las-vias-de-solucion/): el productivista, convencional y basado en los postulados económicos y sociales inmediatamente posteriores a la revolución industrial, e intensificados tras la Segunda Guerra Mundial, y el paradigma de la sostenibilidad, puesto de relieve tras el reconocimiento explícito del agotamiento de los recursos, producidos por la presión creciente sobre el ambiente de una población humana en aumento exponencial de demanda. El proyecto Puy du Fou entra claramente, en todas sus manifestaciones hasta ahora conocidas, en la primera categoría. No resiste un análisis mínimo desde el punto de vista de la sostenibilidad (¡no de lo que hoy llaman sostenibilidad todos los que quieren aprovecharse del nombre, para justificar aquellos negocios que les interesan!). Lo que el mundo necesita hoy día son iniciativas que conduzcan justo a lo contrario: a una toma de conciencia de la importancia de la conservación del medio y de un uso consciente y de que las propuestas productivistas y consumistas (como ésta de Puy du Fou, que lo es clamorosamente por más que sus promotores quieran defender lo contrario recurriendo a frases agresivas y actitudes demagógicas y populistas) no deberían tener cabida en un mundo que aspire a la perpetuación de la especie humana en condiciones mínimamente saludables. Las declaraciones de quienes defienden el proyecto dejan claro su desconocimiento más elemental de los principios que regulan la dinámica del medio natural y los de su relación con los mecanismos de conducta social humana, tal como son entendidos hoy día por la ciencia de vanguardia. Por otro lado, la declaración de Proyecto de Singular Interés revela que los mismos responsables políticos son conscientes, de alguna forma, de que es necesario pasar por alto regulaciones en vigor, puesto que si no no habría sido necesaria tal declaración.

Profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha

MEDIO AMBIENTE.- [Tajotoledo.es] El mundo en el delirio: "El Puy du Fou es una cagada más" por Alejandro Cano de la Plataforma de Toledo en Defensa del Tajo

Finca de Zuraquín

Seguramente, como especie, la humana, hemos progresado mucho y evolucionado muy poco. Hemos desarrollado habilidades y construido herramientas que nos hacen la vida, supuestamente, más cómoda, pero no más lenta, no más tranquila, no más confiable, no más reflexiva, no más "disfrutable", no más "vivible", no más ligada a la esencia consustancial y a las raíces a las que nos debemos; de ellas nos hemos despegado insolentemente. El progreso adquirido no lo es a beneficio de la especie sino que lo hemos convertido en una herramienta de la tiranía del dinero y del mercantilismo creado, seguramente como consecuencia del sentido -yo diría sentimiento- de propiedad (seguramente ligado a la ancestral defensa del territorio) que, desde el punto de vista de lo privado,  hemos intensificado y que, desde el punto de vista de lo común, hemos denostado a lo largo de nuestra evolución. El resto de sentidos (o sentimientos) primarios ligados al instinto de supervivencia afloran tiranizando a la lógica de la razón por la que supuestamente nos hemos erigido en especie superior y,  como consecuencia de la aceptación de esa tiranía, acabamos por reconocernos, orgullosa y erróneamente, como la especie dominante.

La consecuencia inmediata de llegar a este grado de soberbia es la simplificación que hacemos de cualquier asunto y la justificación demagógica con la que pretendemos hacer pasar por soluciones inmediatas a problemas que no son puntuales sino sistémicos y estructurales, lo que en realidad son nuevos problemas que se trasladan a generaciones posteriores.

Hemos acabado trazando una senda de ida y vuelta a ninguna parte, un círculo vicioso en el que deambulamos sin querer reconocer que hemos elegido nuestra andadura sobre un terreno que a su vez se desliza como una placa de hielo en dirección a un abismo de consecuencias bastante predecibles y poco inciertas. Para colmo, ese camino que continuamente recorremos lo vamos llenando de cagadas -una de ellas y entre otras muchísimas el Puy du Fou- que, en lugar de reconocerlas como tales y limpiarlas, ahí se van quedando y, en nuestro deambular, bastante tenemos con ir esquivándolas al tiempo que vamos soltando otras. Cuando había pocas y no se tomaban medidas para su limpieza no había mucho problema porque quedaba mucho sitio donde poner el pie y puede que pasado el tiempo algunas estuvieran ya tan sólidas que se podían pisar sin problema. Pero, con tanto empeñarnos en recorrer siempre el mismo camino, ahora tan difícil es sortearlas como pisar alguna seca.

Puede que no tengamos de momento otro camino que recorrer pero, entretanto, podemos andar más despacio, disfrutar de la contemplación de la luna, observar dónde caen las cagadas nuevas y desbrozar a un lado y otro del camino. Es nos dará tiempo para reconocer cuales están secas y ensanchar lo suficiente la senda como para saltar a otra que pudiera deslizarse cerca de la nuestra.

Puede, por tanto, que no dé lo mismo presentar alegaciones que no hacerlo. Es más, si no fuera por las primeras alegaciones presentadas hace unos meses hoy estaría la aberración bastante más consumada. Además, las alegaciones presentadas pueden suponer una importante ayuda a la hora de tramitar hipotéticamente una petición de amparo ante la Justicia o de apelación al principio de no regresión ambiental.

Mientras tanto, seguiremos sin merecer el respeto que no damos al medio que, de momento, nos cobija.

Alejandro Cano

Nuestros ríos son fuente de vida. Defiéndelos.