Miguel Ángel Sánchez [Foto archivo atletismo toledano] |
El Tajo, vergüenza máxima
Con lo del Tajo los adjetivos se acabaron hace tiempo. Entonces, qué decir ante un nuevo trasvase cada mes, al máximo que da el canal; qué decir ante un aparataje legal hecho a la carta durante medio siglo, amartillado con saña hasta hace cuatro días con el memorándum y dos planes de cuenca bochornosos; qué decir ante el desguace absoluto de un río, el Tajo, en pleno siglo XXI; qué decir ante la acción brutal del Gobierno de España, uno tras otro, que sin atisbo de compasión saquea la cabecera del Tajo, permite que el río esté muerto en más de 300 kilómetros desde Bolarque hasta Talavera de la Reina. Qué decir.
A estas alturas es sabido y asumido que el trasvase es inviable desde el punto de vista ambiental, social y económico. Ya no hacen falta más estudios, ni cálculos. Nada. El trasvase se mantiene porque existe una estrategia territorial nacional –diseñada en pleno franquismo y seguida a pies juntillas desde entonces– de sacrificar la España interior para desarrollar la periferia. El trasvase es una corriente de dinero, de desarrollo, siempre de aquí para allá, que políticamente se asume y se admite. Y punto. El trasvase es clientelismo, votos, poder, sumisión de los representantes públicos, y sobre todo ello, una inmensa dejación de funciones del aparato del Estado, del gobierno central, que debe velar por el equilibrio territorial y por la igualdad de oportunidades de todos los ciudadanos de España.
El Gobierno del Partido Socialista Obrero Español de Pedro Sánchez, no ha variado ni un milímetro la estrategia que mantuvo el Partido Popular con Mariano Rajoy. Y no lo hará. Al contrario, Escenifica con saña una actitud cómplice y complaciente con un modelo de gestión suicida no sólo para el propio Tajo, sino también desde el punto de vista de una gestión eficiente del trasvase. Pedro Sánchez se cobra en el Tajo el desencuentro con García-Page, y ni siquiera se digna en un gesto. Nada. El Tajo siempre instrumento.
A nosotros, tierra castellana de interior, no nos ponen relator para el atraco a mano armada a que nos someten cada mes. Para qué. No importamos. Existimos por lo que se es capaz de sacar de nosotros. Tierra aquiescente y de silencios, que pinta muy poco en España. Quizá sea por ello que no se tenga compasión con el Tajo. Porque qué decir a estas alturas. Qué hacer dentro de los cauces de la sensatez. Quizá haya llegado el tiempo de un punto y aparte. Porque donde no hay justicia es peligroso tener razón, lo que vino, más o menos, a escribir Quevedo. Y a esta España de siempre, de oportunistas, ni queda razón ni justicia, sino todo lo contrario.
Miguel Ángel Sánchez