Por Sergio Miguel
Irene Sánchez-Escribano ha visto recompensado su trabajo
desde los diez años con una medalla de oro en un Campeonato de España tan
temprana como merecida. Su talento ha explotado con su paso al 3.000 obstáculos
y todavía no se le ha borrado la expresión de felicidad que se le grabó el 1 de
agosto en Castellón. Sin embargo, mientras valora y agradece cada una de las
muestras de cariño que recibe en estos días, no deja de soñar con seguir
mejorando y, por qué no, con una calle en la pista de la Escuela de Gimnasia.
¿Qué se siente al ser campeona de España absoluta de 3.000
metros obstáculos?
- La verdad es que todavía no me lo termino de creer. Es una cosa que el
año pasado era impensable, pero se dio la circunstancia de que, al faltar
favoritas, estábamos todas a un nivel similar. Llevo desde que tengo diez años
corriendo y es algo que veía muy lejano. Además, me he sentido muy querida y al
final me puse a llorar porque estaba muy emocionada.
¿Cómo vivió la carrera?
- Mi compañera y yo queríamos bajar de diez minutos, para lograr una beca
nacional, por lo que quedamos en tirar una vuelta cada una. En la cuarta, ella
no se encontraba bien y como me vi genial técnicamente me decidí a seguir. En
la última vuelta me dije: «Sólo queda una y voy primera, así que corre». En la
recta final vi que venía Irene García Grimau detrás de mí y apreté los dientes para
que no se me escapase.
Ahí el oro ya era suyo.
- En los últimos metros alargué zancada y metí toda la fuerza que tenía,
pero pensaba que ya estaba hecho. El único ‘pero’ es que he visto tantas veces
la carrera que ahora ya la vivo casi más desde fuera que desde dentro.