31 de julio de 2018

MEDIO AMBIENTE: “Cemento frente a patrimonio y naturaleza”, artículo de opinión de Antonio Zárate Martín, Catedrático de Geografía en el digital La Cerca, referente a la modificación puntual nº 29 de PGMOU de 1986 sobre la Peraleda

Antonio Záarate Martín
[Foto tomada de su Facebook]

“La villa de Toledo… fuertemente asentada, está rodeada de buenas murallas y defendida por una ciudadela bien fortificada. Está situada sobre un cerro y hay pocas villas que se puedan comparar con ella por la solidez y la altura de los edificios, la belleza de los alrededores y la fertilidad de sus campos, regados por el gran río, llamado Tajo”. Esa es una de las descripciones de Toledo que hace Al-Idrisi (1100-1165) y una imagen reconocible hoy, en 2018, desde La Peraleda, sin lugar a dudas una de las vistas más hermosas de la ciudad, difícil de encontrar si no es en grabados de finales del siglo XVI, como los recogidos en “Civitatis orbis terrarum” de Georg Braun y Frans Hogenberg. Desde La Peraleda, la ciudad emerge sobre el fondo plano del valle del Tajo, aún más o menos cultivado y con el bosque de ribera en sus orillas. Indudablemente, se trata de un paisaje cultural según la Convención del Patrimonio Mundial Cultural y Natural de la UNESCO de 1992. Pues bien, la Modificación Puntual número 29 del PGMOU de 1986, sometida actualmente información pública, provocará la desaparición de ese paisaje y con él la pérdida de uno de los elementos “identitarios” de la ciudad.


Precisamente uno de los principales objetivos de la Modificación Puntual número 29 del PGMOU de 1986 es el cambio de uso de suelo de La Peraleda, calificado como “no urbanizable y en parte protegido” en 1986, que pasará a “urbanizable de uso residencial” para crear un nuevo barrio de 11.304 habitantes y unas 5.300 viviendas, equivalente en población al de Buenavista, y cuya justificación no parece real si se tienen en cuenta las actuales tasas de crecimiento demográfico, la demanda de nueva vivienda, las oportunidades de construcción en zonas consolidadas o inmediatas a ellas, en algunos casos con viviendas sin ocupar y suelo residencial disponible o susceptible de creación. A ello se unen las posibilidades de aprovechamiento de viviendas vacías que representaban el 10% del total en el Censo de 2011 y la realidad espacial de una ciudad que forma parte de una aglomeración metropolitana que no puede seguir siendo ignorada por la administración.


El nuevo barrio de La Peraleda se extenderá desde el puente de Parapléjicos a la rotonda sur de acceso a las urbanizaciones de San Bernardo y Montesión, añadiendo complejidad a la estructura urbana actual, mientras se sigue sin prestar suficiente atención a la función residencial del Centro Histórico. Por otra parte, las tierras de cultivo, inherentes a los valores paisajísticos de Toledo, desaparecerán bajo multifamiliares en manzana cerrada con una altura de 5 pisos, en un proceso inverso a las tendencias de renaturalización, de creación de tramas verdes y azules que se observan en todas las ciudades. Nada que ver por lo tanto con las recomendaciones internacionales para reducir la huella ecológica de las ciudades desde la Conferencia de Río de 1992, a la Carta urbana de Aalbor de 1994 y la Conferencia Hábitat III de Quito, de 2016.