19 de agosto de 2024

Irene Sánchez-Escribano en ABC Toledo por Juan Antonio Pérez: «Sentía que los de Tokio eran mis Juegos, no pude ir y París ha superado todas mis expectativas»

Irene Sánchez-Escribano Figueroa (C.A. Adidas)
[Foto de H. Fraile en ABC Toledo]

La toledana, undécima en la final olímpica de los 3.000 metros obstáculos, ha dedicado su vida al deporte y ahora tiene resaca de felicidad, después de que «el trabajo de tantos años haya salido justo en el momento y el lugar adecuado»


Es difícil no alegrarse de los éxitos de la atleta Irene Sánchez-Escribano (Toledo, 1992), que ha dedicado toda su vida al deporte y ahora tiene resaca de felicidad, recién aterrizada de París, donde ha cumplido el sueño de competir en unos Juegos Olímpicos y se ha superado, y por mucho, a sí misma: llegaba con una marca por encima de 9:20 en los 3.000 metros obstáculos, se clasificó para la final corriendo en 9:17.39 y, ya entre las 15 mejores del mundo, acabó undécima con 9:10.43, a un segundo escaso del récord de España (9:09.39). La entrevista con ABC se celebra en la pista de la Escuela de Gimnasia, en cuyo tartán se forjó una campeona y un ejemplo.

 

- ¿Cómo está? ¿Muy cansada? ¿Feliz? ¿En una nube? 

Estoy muy contenta. En una nube estaba después de la semifinal y hasta la final, que fueron días que viví con mucha intensidad. Al celebrarse los Juegos aquí al lado, vinieron mi familia, mis amigos..., y pasar a la final y compartirlo, con ellos fue muy emocionante. Estoy contenta de que el trabajo de tantos años haya salido justo en el momento y el lugar adecuado; correr en 9:10 ya es otro nivel.

- Aunque sólo sea por una cuestión de edad (cumple 32 años el 25 de agosto), y más después de perderse los de Tokio, parecía que los Juegos de París era un ahora o nunca para usted.

A ver, las carreras deportivas se están alargando cada vez más. El calzado y el material de ahora nos permiten recuperar mejor, no nos machacamos tanto; este año he entrenado de una forma muy diferente, no haciendo tanto desgaste, sino mucho más aeróbico, trabajando mucho más esa zona en la que estamos cómodos para que luego, cuando llegue el momento de ir rápido, nos sea más fácil. Mi idea no es retirarme todavía. Quiero llegar a Los Ángeles 2028. Yo sentía que los de Tokio eran mis Juegos, no pude ir y estos han superado todas las expectativas.

- ¿En sus mejores sueños soñaba con correr en 9:10?

No. Antes de París, sabía que estaba para hacer 9:15 o así (tenía una mejor marca de 9:20.04). Y una vez que corrí la semifinal (en 9:17.39), pensé: «Me he encontrado superbién, creo que puedo rascar un poco más». Como anécdota, antes de la final se me cayó una pestaña y mi amiga Marta Pérez me dijo: «Pide un deseo». Y pedí 9:13. Cuando vi cómo pasábamos de rápido el primer kilómetro, incluso el segundo, me decía a mi misma: «Aguanta lo que puedas». Y hasta los últimos 400 metros no fui consciente de la posibilidad de batir el récord de España (9:09.39). Me faltó un segundo, pero no pasa nada.

- Había conseguido la llamada 'mínima de excelencia' (bajar de 9:27) en el último intento, ya en el campeonato de España. Imagino que esa no era la idea. 

El último fin de semana de mayo corrí en 9:27.60. Me quedé a seis décimas, y estaba tranquila. También es verdad que se tienen que dar varias circunstancias para conseguir una marca porque puedes haber entrenado muy bien y justo ese día que no te encuentres. Sabía que lo tenía en las piernas y estaba convencida de que en el Europeo de Roma lo iba a hacer. Y en el Europeo no me encontré mal, pero no tuve ese último cambio y, además, la mala suerte de que una atleta alemana se cayó delante de mí en la ría, a falta de 150 metros, cuando vamos más fritas. El mes de junio fue muy duro. Pensaba: «¿Cómo no voy a ir a los Juegos si tengo la mínima desde el año pasado y encima ya me perdí los de Tokio?» Fui a intentarlo a Niza y me fue fatal; tenía mucha tensión y no supe gestionarla. Así que el campeonato de España era la última oportunidad.

Tuve que hacer bastante trabajo con Pablo del Río, que es mi psicólogo deportivo. Él me decía: «Plantéate qué pasa si no vas». Y yo respondía: «Pues, bueno, voy a seguir con mi vida, mi familia me va a querer igual, pero yo quiero ir, llevo desde 2016 yendo a todos los campeonatos internacionales y me faltan unos Juegos». En el campeonato de España hablé con Carolina Robles y Marta Serrano, y en la línea de salida ya sabía cuál era el plan de carrera. Y salió 9:24. A mis compañeras, que me ayudaron, les voy a estar eternamente agradecidas. Cuando conseguí la marca, me relajé y los entrenamientos de julio los disfruté muchísimo.

- Volviendo a Roma: quedó décima, mientras que en París fue la cuarta europea y entró en meta a menos de un segundo de la alemana que en Roma fue medalla de plata. ¿Satisfecha con el resultado o era más bien preparación para París?

No habíamos afinado tanto el estado de forma porque quedaban todavía dos meses para los Juegos. En cuanto al resultado, no acabé contenta. Me quedó la sensación de haber corrido pensando en hacer la marca mínima para los Juegos, que no es lo que se tiene que hacer en un campeonato. Quería estar en el top-6.

- ¿Qué opina de los criterios de selección, de esas llamadas «mínimas de excelencia» por parte de la federación española?

No estoy a favor. Cuando se hizo la selección, a finales de junio, todavía quedaba más de un mes para los Juegos y puedes afinar mucho tu estado de forma en ese tiempo. Se ha visto tanto en el caso de Águeda Marqués (finalista en los 1.500 metros) como en el mío. Es crearnos una tensión innecesaria porque ya estamos clasificados y cuanto más numerosa sea la selección, mejor.

- Vamos ya a los Juegos. Eran tres series y las cinco primeras de cada una de ellas pasaban a la final. ¿Cuál fue su estrategia de carrera?

Es verdad que también hay que tener ese puntito de suerte porque las otros dos series fueron más rápidas y tuvieron que correr en 9:10 para pasar a la final. Yo salí a competir, sabiendo que tenía que moverme entre las seis o siete primeras para, en el momento en el que se produjera el cambio de ritmo, poder luchar por esos cinco puestos. Me encontré muy bien, con mucha fuerza y, cuando a falta de 400 metros, miré para atrás y vi que habíamos abierto hueco, me dije: «Aguanta». Y en la recta de meta disfruté y ni siquiera apreté en los últimos 50 metros.

- Las series se corrieron por la mañana. ¿Cuándo prefiere correr?

El cuerpo está más activo por la tarde. De hecho, cuando llega esta época del año intentamos pasar los entrenamientos de intensidad a la tarde porque es cuando se hacen los mítines y los campeonatos. También hay que saber adaptarse a las circunstancias.

- El estadio, daba igual que fuera mañana o tarde, siempre estaba lleno. ¿Ha corrido alguna vez ante tanta gente?

En Londres, en Berlín o en Múnich sí que había muchísima gente, pero en París sólo oía ruido y ruido. Fue espectacular. En la final me quedé mirando las gradas, alucinando y sabiendo que igual no me vuelve a pasar nunca más.

- ¿Quitarse esa mochila mental al haber conseguido el objetivo de meterse en la final le hizo ganar unos segundos más?

Puede ser. En la semifinal estaba más nerviosa porque era una oportunidad. La final salí a disfrutarla, no tenía ningún tipo de presión y pasase lo que pasase estaba contenta.

- Encima en la final salieron a tope las africanas desde el principio. ¿Esperaba una carrera así?

Sí, porque ya nadie sale a especular en los campeonatos. Cuando vi el paso por el primer kilómetro, a 2:58, pensaba: «Si pinchas, las demás igual». Luego, según iban pasando las vueltas, me fui encontrando con fuerzas, el segundo kilómetro lo hicimos un poco más despacio y pude volver a cambiar de ritmo en el último.

- ¿Desfiló por el río Sena?

No, llegamos a París el día 1 de agosto. La ceremonia de inauguración la vi en Soria, donde estaba entrenando con mi compañera Marta Pérez, aprovechando que hace menos calor que en Madrid, y nos lamentábamos: «Qué rabia no poder estar». La espera se hizo larga, pero una vez allí lo vivimos todo con tanta intensidad que no parecía que lleváramos tan poco tiempo. Y ahora, mirándolo con perspectiva, creo que fue lo ideal viajar tres días antes de la competición. Luego, después de la final, estuve con mi familia dando un paseo por París y me quedé en la villa viviendo el ambiente olímpico.

- ¿Cómo describiría la villa olímpica?

Es como un barrio grande en el que hay un comedor común para todos y en el que te vas encontrando con gente de otros países y otros deportes constantemente. Había todo tipo de facilidades: hasta una policlínica en la que podías ir incluso al oftalmólogo. Nosotras estábamos en apartamentos y el nuestro tenía cuatro habitaciones dobles. Yo estaba con las chicas del relevo 4x100 y mi compañera de prueba, Carolina Robles. Vimos a Carlos Alcaraz, que es majísimo; decía a todo el mundo que sí a una foto y había cola. Eso fue dos días antes de su final y comentaron que el día antes no salió de su habitación. Lo entiendo. No soy mucho de ídolos, pero sí que cuando estás allí te hace ilusión ver a gente que ves en la televisión o a deportistas que tienen un palmarés espectacular. Lo bonito de los Juegos es poder compartirlos juntos.

- Hubo deportistas, como el nadador Hugo González, que se fueron de la villa porque no se adaptaban. Y luego también fueron noticia la supuesta mala calidad de la comida y las camas de cartón. ¿Cuál era la realidad?

Si estás teniendo problemas para descansar, entiendo que te vayas. Depende de la capacidad de adaptación de cada uno. Yo estuve super a gusto. Es verdad que la estructura de la cama era de cartón, pero había un colchón y dormí muy bien. Era cómoda. En cuanto a la comida, se adaptaba perfectamente la dieta de un deportista y había variedad. Para mí estaba bien.

- Volvamos al pasado, a los Juegos de Tokio, donde no fue por lesionarse poco antes de montarse en el avión. Varias preguntas. ¿Se había lesionado mucho antes? ¿Tuvo ganas de ver los Juegos? ¿Cuánto tiempo tardó en recuperarse psicológicamente?

No me había lesionado mucho antes, o por lo menos cosas que no son tan incapacitantes como la rotura de un hueso del pie. Me lesioné el 13 de julio y se viajaba el 23. Fue traumático. Lo estaba tocando con la punta de los dedos y no pudo ser. Fue un verano difícil, estaba triste. No era una lesión que hubiera podido prevenir, y eso me ayudó porque hay cosas que sencillamente no puedes controlar. Al principio no vi los Juegos, pero cuando empezó el atletismo estaba mucha gente de la 'Blume', que es donde entreno y a la que tengo mucho cariño, y sí que me levanté alguna madrugada. Ese verano hice trabajo de piscina, estuve diez semanas sin poder correr. Y me repetía: «Siéntete una privilegiada por poder dedicarte a lo que te gusta y valórate como deportista igual que si hubieras ido a los Juegos».

- Ahora quiere alargar la temporada.

Estoy pendiente de que me confirmen si voy a la Diamond League de Roma el día 30. Allí me gustaría rondar el 9:10. Es difícil. París era el escenario y la motivación ideal, pero no me está costando entrenar estas semanas porque tampoco tenía ningunas vacaciones planeadas ni son entrenamientos superexigentes, sino simplemente mantener el estado de forma.

- Decía Jordan Díaz, el medallista de oro en triple salto, que quería desaparecer unas cuantas semanas y no saber nada de atletismo. Entiendo que no es su caso.

No. A mí me gusta esto, me gusta mi día a día y me cuesta mucho estar en el estado de forma en el que estoy ahora. Luego, en invierno, preparo pruebas que son más largas y no estoy tan rápida.

- ¿Cuáles son los próximos objetivos?

Pues estaba pensando en subir a distancias más largas, a la ruta, pero después de los Juegos he cambiado de opinión. Creo que puedo explotar el 3.000 obstáculos. El año que viene hay Mundial en Tokio y al siguiente Europeo. Al final, lo que me falta es hacer un Europeo a un nivel más alto, luchando por las medallas o estar en el top-5.

- El PSOE ha pedido el nombre de un pabellón para Gonzalo Pérez de Vargas. ¿Le gustaría que esta pista de la Escuela de Gimnasia, por ejemplo, llevara el suyo?

Bueno, le acaban de poner el nombre de Fernando Fernández Gaitán, que fue un pionero del atletismo en Toledo y está aquí en la pista todos los días. Se lo merece con creces. No necesito que me hagan ese tipo de reconocimientos. Me gusta lo que hago y lo disfruto. Si hay un reconocimiento, bien; pero tampoco me quita el sueño.


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