Juan Sánchez Sánchez [Foto tomada de su Facebook] |
«Edificar nuevos barrios sin consolidar y modernizar los
existentes es un tremendo error y una huida hacia delante»
Que huela a elecciones no significa carta blanca para
acometer acciones propagandísticas, que además pueden tener dudosa rentabilidad
política. Junto al proyecto de parque de Puy du Fou, apoyado de forma
entusiasta por los gobiernos regional y municipal y por algunos medios de
comunicación, se anuncia pomposamente un nuevo ferial en la zona de Safont y una
preocupante Modificación Puntual número 29 del PGMOU de 1986 que tiene entre
sus fines principales la construcción de más cinco mil viviendas en La Peraleda.
Ahora me centraré en este último tema.
¿Qué justifica esa actuación? Desde luego no la demanda de
viviendas. Toledo cuenta con 83.972 habitantes (2017), muy lejos de aquellos
130.000 previstos por el Plan de ordenación Municipal de 2007 para el año 2020.
Toledo crece muy tímidamente y existe un parque de viviendas disponible que no
justificaría nuevas construcciones. Pero, además, entiendo que no deben crearse
nuevos barrios: Toledo ha crecido desordenadamente, sin un modelo, y ocupa un
término territorial desorbitado para nuestra población. El casco histórico
prosigue su lento declive, a pesar de que por distintas razones aparecen más
residentes censados que los que realmente viven en el recinto. Sigue echándose
de menos un verdadero plan que impulse la rehabilitación de viviendas y atraiga
a nuevos vecinos, con ventajas y servicios que hagan atractivo vivir en el
Toledo monumental. Respecto a los sucesivos nuevos barrios, los más poblados,
como Santa María de Benquerencia, Santa Bárbara, Buenavista, Santa
Teresa-Reconquista, Palomarejos y San Antón-Avda. de Europa tienen aún
carencias importantes de servicios públicos esenciales; y los más recientes
(Valparaiso, La Legua, Cigarrales de Vistahermosa, Tres Culturas, La Bastida,
Montesión, San Bernardo, San Pedro el Verde…) presentan unos déficits de
transporte y servicios que evidencian lo problemático que es para una ciudad y
su Administración municipal responder a las necesidades de los ciudadanos que
decidieron vivir en esos barrios.
No ha habido proyecto de ciudad y los expertos dicen que eso
ya no tiene arreglo. Pero lo inaudito es seguir creando problemas en la misma
dirección. Cuando unos ciudadanos adquieren una vivienda no son conscientes tal
vez de los inconvenientes que van a tener en el futuro. Pero el Ayuntamiento
tiene que velar por el bien común. Su tarea no puede limitarse a aprobar
construcciones sino que tiene que tener un modelo de ciudad y de sociedad. ¿O
es que va a exigir a las empresas constructoras que doten al barrio en su
proyecto de los servicios básicos: colegio, centro de salud, biblioteca y
centro cívico, parque…?
Estoy hablando de temas prácticos o domésticos. Pero los
gobernantes deben tener presente otras consideraciones. Desde luego, la esencia
y el fundamento de Toledo está en el hecho de disponer como corazón un casco
histórico que fue declarado en 1986 Patrimonio de la Humanidad y que contiene,
junto a sus monumentos, el paisaje admirable de la ciudad y el río Tajo, dos
elementos neurálgicos que hay que valorar y proteger con la misma fuerza y
convicción que cualquiera de nuestros grandes y emblemáticos edificios
monumentales.
Uno de los objetivos de la citada Modificación Puntual
número 29 del PGMOU de 1986 es el cambio de uso de suelo de La Peraleda,
calificado como «no urbanizable y en parte protegido» en 1986, que pasará a
«urbanizable de uso residencial». No hay disimulo posible: pretenden construir
un nuevo barrio de 11.304 habitantes y 5.300 viviendas, que prácticamente sería
el segundo barrio de la ciudad en población. Optan por edificar viviendas en
bloques de cinco pisos, con lo que está asegurado el fin del bellísimo paisaje
que se puede contemplar desde la Peraleda. Como recuerda Antonio Zárate, «el
Convenio Europeo del Paisaje, aprobado en 2000 por el Consejo de Europa y
ratificado por el gobierno español el 7 de noviembre de 2007, ha convertido la
atención al paisaje no sólo en una recomendación sino en una obligación para
los poderes públicos, poco después de que el ayuntamiento de Toledo aprobara el
27 de marzo de 2007 un POM que proponía como objetivo casi lo contrario:
compactar la ciudad, urbanizar todos los suelos de las vegas, alta y baja, y
con ello la desaparición de paisajes culturales que constituyen la esencia de
Toledo».
Zárate ha incidido especialmente en las consecuencias que
para el paisaje tendrá la construcción de esas viviendas. Pero hay más razones
para no desarrollar ese plan enfebrecido de viviendas. Otra voz autorizada, el
arquitecto Tomás Marín Rubio ha realizado un completo informe sobre la vivienda
en Toledo, precisamente por encargo de la Empresa Municipal de la Vivienda de
Toledo, que contiene información muy importante. Cita un parque de viviendas
vacías en Toledo de 4.030, de las cuales buena parte están en el casco
histórico. Y entre sus principales conclusiones destaco estas dos:
«En un contexto de estabilidad o bajo crecimiento
demográfico, cualquier política de vivienda debería centrarse más en la mejora,
actualización y optimización del parque existente que en el incremento cuantitativo,
especialmente cuando éste implique ocupación y urbanización de nuevos
territorios.” Y la segunda es bien explícita: “Debemos frenar e incluso
revertir la tendencia actual al abandono de las áreas centrales y crecimiento
de la periferia».
¿Por qué, si el Ayuntamiento tiene estos informes, decide
renovar la construcción de viviendas, más en zonas y proyectos que han sido
claramente declarados nulos por la Justicia? Sólo desde la complicidad de las
instituciones con los poderes económicos puede entenderse este proyecto de
construcción de viviendas, que será un nuevo mazazo al casco histórico y va
contra toda la legislación de protección patrimonial.
Seguir potenciando el ladrillo sabemos que no es la mejor
fórmula para desarrollar Toledo. El Ayuntamiento, con el Consorcio y la
Administración regional, debe buscar fórmulas que garanticen que el corazón de
la ciudad, que es el casco histórico, recupere población y vivir en el casco se
convierta en una aventura verdaderamente atractiva para las familias. Poner los
esfuerzos en rehabilitar viviendas con prestaciones del siglo XXI, con sistemas
de comunicaciones, una ciudad que sea modelo y referencia para otros entornos.
Edificar nuevos barrios sin consolidar y modernizar los existentes es un
tremendo error y una huida hacia delante. ¿Quo vadis, Toledo?
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