Continúa el Sindicato Central de Regantes del Acueducto Tajo-Segura (SCRATS) con su campaña de presión, en este caso con declaraciones de su presidente recogidas en la noticia «Scrats lamenta corriente antitrasvase Tajo-Segura y que se crea que éste va a parar a ‘Piratas del Caribe’ levantino» (Europa Press, 15/8/2018), donde se destaca: «Jiménez considera que “hay que abandonar el catetismo regionalista” y resolver el “gran agujero negro, que es el Levante y la cuenca del Segura”». Una labor de zapa propagandística. Una arenga para enfervorizar al murcianismo ─extendido al Levante, para que no se molesten en Alicante y Almería─ frente a un supuesto enemigo externo. Para unir bajo su bandera y que se asuma su discurso y doctrina. Pero, ¿es el trasvase Tajo-Segura un problema de regionalismos? No. El problema es la falta de ética al mantener un fracaso manifiesto, causando daños sociales, económicos y ambientales, sin reconocer este fiasco; mientras los regantes del Trasvase a disfrutar de todo tipo de prebendas.
Cierto es que existe un circo relacionado con el trasvase Tajo-Segura, en el que los diferentes artistas realizan sus números, con más o menos malabarismos y payasadas, pero que se quedan ahí. Números pensados para la mejora de imagen y quitar el foco de los problemas reales de las regiones. Meras distracciones, en las que se representa una confrontación regional, pero son números de artificio.
El Gobierno de Castilla-La Mancha critica al Trasvase, pero su actuación se queda en eso y en unos recursos judiciales de escasa eficacia. Además, parte de estas críticas ─aunque posiblemente su intención sea distinta─ lo que hacen es conceder una falsa legitimidad al Trasvase. Por ejemplo, cuando distinguen entre abastecimiento y regadío, entrando de esta manera en la falacia creada en su momento para que los ciudadanos pagasen parte de la factura ─subvención cruzada─ cuando la cuenca del Segura tiene recursos propios suficientes para el abastecimiento. O cuando hablan de sustituir el Trasvase por desaladoras, algo que a Castilla-La Mancha ni le va ni le viene pues le perjudica que se lleven el agua del Tajo, pero no ha de entrar en cosas que no son de su incumbencia. O cuando desde el negociado de regadíos de la región se plantea mantener el Trasvase, pero dentro de Castilla-La Mancha.
Seguramente el SCRATS prefiera la reacción del Gobierno y ciudadanía de la Comunidad de Madrid, que se desentienden totalmente aunque sean perjudicados por la infraestructura. O eche de menos los tiempos de Cospedal, en los que logró meter el Memorándum como un gran pacto que «ponía fin a la guerra del agua». Se salieron con la suya, cambiaron las leyes, se impuso el silencio sobre el tema, ¿para qué? ¿Qué se ha conseguido? Tener una situación peor de la que había, tanto para el Tajo como para los usuarios de las aguas trasvasadas. Porque cuando se insiste en una solución que fracasa, lo que se consigue es más fracaso.
Hay una frase en la noticia que encontramos acertada, aunque seguramente sea con una interpretación diferente: «el quid de la cuestión es que en España “hay un gran agujero negro en temas de agua, que es el Levante y la cuenca del Segura, que hay que resolver”». Hace pocos días La Donça de Clés, en la entrada «Los partidos políticos ante la agricultura (y II): ¿Se puede hacer algo con el “agujero negro” de los riegos del Sureste?» ─en la que nos da cuenta de una interesante conversación con don Gregorio Villegas─, se refería precisamente al agujero negro que supone el agua en el Levante en estos acertados términos:
(…) «agujero negro» que representan los riegos del Sureste, en el sentido que hace desaparecer todos los recursos que se le aporten, tanto de aguas (trasvasadas, de ríos y acuíferos, aguas desaladas y desalobradas, aguas urbanas depuradas), como de dineros (todo tipo de obras on request, ayudas y subvenciones a gogó, construcción millonaria de desaladoras con fondos europeos, que ya veremos quién paga, así como varios etcéteras) (…)
(Copiado de «Los partidos políticos ante la agricultura (y II): ¿Se puede hacer algo con el “agujero negro” de los riegos del Sureste?»; La Donça de Clés)
He aquí el gran problema de ética. El trasvase Tajo-Segura ha fracasado estrepitosamente, pero nuestras Administraciones Públicas en vez de reconocerlo y plantear una gestión sostenible del recurso, se han dedicado desde hace décadas a poner paños calientes, a negar las evidencias y a condicionar la política del agua para dar gusto al SCRATS. Se asumen ─pero no reconocen─ los daños causados, que ni siquiera se esfuerzan en valorar. No se escatiman esfuerzos ni gastos para que la maquinaria siga funcionando ineficientemente y con numerosos daños colaterales. Que el lobby tenga agua baratita, subvenciones y componendas. Se limita la información. No hay valor para plantear adecuadamente el problema ─hay más miedo que vergüenza─. Se retuerce o escamotea la aplicación de la Directiva Marco del Agua para que no moleste. Etc. Una lamentable sumisión de las Administraciones Públicas en pro del interés de un lobby, desentendiéndose del interés general y de la búsqueda del uso sostenible del recurso. Una situación deplorable, que apenas tiene su repercusión en unos medios de comunicación que ni se enteran, ni se quieren enterar.
Mientras, los políticos regionales utilizan la situación para intentar mejorar su imagen o como escudo para tapar sus vergüenzas. No pretenden aportar soluciones al problema del agua, sino arrimar el ascua a su sardina. Pero ese no es el problema del agua, sino un problema de política mediocre y una ciudadanía que lo consiente.
Lo que preocupa al lobby no es que haya aparecido una «corriente antitrasvase». A fin de cuentas, es anterior a la puesta en marcha la infraestructura, y en el fondo alimenta su propaganda trasvasista. El problema real que tienen es que se va complicando enmascarar el fracaso. A pesar de los esfuerzos de la Administración por evitarlo, está saliendo información sobre los daños causados. Cada vez es más difícil hacer que la ciudadanía trague con las trolas que cuentan. La burbuja del Trasvase reventará. Ése es su temor.
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