Antonio Zárate Martín [Foto tomada de su Facebook] |
Artículo de opinión de Antonio Zárate Martín, profesor honorífico y director del grupo de investigación CULTURPAIS, “Cultura, Paisaje y Turismo”, de la UNED
En mi primer artículo sobre “Puy du Fou”, en ABC de 5 de
agosto de 2017, señalaba la necesidad de debate social sobre el mismo, sobre su
oportunidad y adecuación a criterios de sostenibilidad. Hoy el debate es una
realidad, con defensores y detractores, encontrándose entre los primeros los
actores políticos, atraídos por la hipotética creación de 3.329 puestos de
trabajo para 2028, y actores económicos, que esperan beneficios de los 1,4
millones de visitantes que se supone acudirán al Parque. Sin embargo, sorprende
que los responsables públicos y privados invitados a visitar el parque francés
no pasen de mostrar su entusiasmo ante el mismo sin reflexión alguna sobre
diferencias de ubicación que pueden resultar determinantes para la viabilidad
del proyecto, aquel, a casi 100 km de las ciudades más próximos, en un ambiente
rural y un medio húmedo, de clima oceánico con precipitaciones regulares a lo
largo del año y temperaturas suaves (824,6 mm anuales frente a los 387,5 mm de
Toledo, y 19 °C de media en julio frente a los 27,4 °C de media ese mismo mes
en Toledo, con picos de 40 °C y 42 °C, lo que explica allí un entorno de bosque
húmedo, con abundante vegetación natural y agua.
Pero aún sorprende más la escasez de argumentos científicos
a favor del proyecto, y cuando se citan apoyos de especialistas que no van más
lejos de afirmaciones descontextualizadas con la especificidad de la zona, sus
suelos y características climáticas. Y todo eso sin poder justificar la
destrucción de un paisaje de calidad ambiental, con la originalidad que le
proporciona su emplazamiento en el borde del zócalo cristalino de los Montes de
Toledo y una variedad interna de unidades de paisaje que resultan de su
litología, morfología y estructura tectónica, con un desnivel de más de 150
metros respecto al Tajo, lo que favorece su biodiversidad. Sería así difícil de
entender la indiferencia de la administración ante la destrucción un paisaje
que la propia memoria reconoce de calidad. En esa memoria, elaborada por
profesionales de diferentes formaciones académicas, se destacan los valores de
sus 3 unidades de paisaje, con una calificación de Valor Medio para el paisaje
de dehesa en el que predominan los cultivos de cereales con encinas residuales;
de Valor Alto, para la zona forestal, de encinas, enebros y pinos, y de Muy
Alto Valor, para los barrancos y dos arroyos que drenan hacia el Guajaraz.
¿Quién puede pensar que la creación de suelo artificial, con
un aparcamiento para 4.167 vehículos, un escenario para espectáculos nocturnos
con gradas para 6.118 espectadores, recintos para espectáculos diurnos en
exterior e interior, la recreación de un pueblo, tres mercados, un lago y un
río artificial, no va a destruir estos paisajes? ¿Qué sentido tiene hacer
desparecer una vegetación natural y eliminar un paisaje de calidad para
sustituirlo por otro distinto y artificial? ¿Quién puede ignorar la dificultad
de recuperar un tapiz vegetal resultado de la evolución en el tiempo de los
ecosistemas naturales y de la acción del hombre en hábil equilibrio con el
medio? ¿Cómo ignorar la fragilidad de un medio natural seco mediterráneo, bien
distinto al de Les Épesses? ¿Cómo regenerar con rapidez la vegetación sobre
suelos ácidos con un sustrato de variedades graníticas, neis y pegmatitas,
todas rocas metamórficas del zócalo cristalino de los Montes de Toledo? ¿Y todo
eso sin considerar el elevado consumo de agua que supondría el mantenimiento
del Parque y del nuevo tapiz vegetal, precisamente en una ciudad tan
sensibilizada ante su problema de escasez en la Cuenca del Tajo? ¿Y qué decir
de la biodiversidad? ¿Cómo no va a ahuyentar la fauna actual un espectáculo basado
en el sonido, la luminotecnia y los fuegos artificiales durante 204 días al
año? ¿Seguirá ocupada esta zona por corzos, ciervos, buitres, milanos y otras
rapaces? Eso sí, a no ser que esa desaparición pueda ser ventajosamente
reemplazada por la que se introducirá en cautividad, halcones entre ellos, para
demostraciones sobre la cetrería en la Edad Media.
Por otra parte, tampoco se entendería la falta de sintonía
del gobierno regional y del ayuntamiento con estrategias territoriales de
sostenibilidad y de respeto a la naturaleza generalizadas a partir de la Carta
de Alborg de 1994, la Agenda local 21 y la Nueva Agenda Urbana de la
Conferencia Mundial Hábitat III (Quito, 2016). Por cierto, estrategias con
antecedentes como el de John D. Rokefeller Jr., que en 1925 decidió la compra
de decenas de hectáreas junto al Museo de los Claustros de Nueva York para
evitar su urbanización y conservar un entorno privilegiado de bosque húmedo a
orillas del Hudson, el único recuerdo de la naturaleza de la isla antes de la
llegada de los holandeses. ¿Acaso Toledo no puede aspirar a un proyecto
compartido de futuro sobre estrategias de sostenibilidad que triunfan en el
mundo y que impedirían la destrucción de naturaleza en la finca de Zurraquín?
¿Qué pensaría John D. Rokefeller Jr. de la sensibilidad de los toledanos
respecto a sus valores patrimoniales? En una región como Castilla La Mancha de
79.463 km², con una de las más bajas densidades de la UE, 26 habitantes por
km2, ¿no habría otros lugares para el PSI donde los daños medioambientales
fueran más reducidos y los riesgos sólo asumidos por los promotores? Seguro que
sí, pero en ese caso la empresa tendría que asumir el coste de crear unas
infraestructuras que aquí ya existen y que han sido pagadas por toda la
sociedad.
Esperamos, pues, que el periodo de alegaciones sirva para
reflexionar sobre el error de aprobar el Parque Temático “Puy du Fou” dentro
del único espacio natural de calidad del término municipal de Toledo no
urbanizado, ¡el único! Confiamos también que este debate anime a los toledanos
a visitar la zona. Sería la forma de conocer un paisaje natural de excepcional
belleza y poco frecuentado, coincidiendo con la alcaldesa cuando hace días se
expresaba en la Romería de la Virgen de la Bastida con las siguientes palabras:
“Las romerías nos permiten también conocer parajes que no visitamos
habitualmente, en algunos casos de gran valor natural en los alrededores de
Toledo, como es el gran parque de pinos de La Bastida” (ABC 13/05/2018).
Esperamos que esa sensibilidad ayude a frenar la destrucción de naturaleza en
Zurraquín y nos evite decir “Adiós, Madre Naturaleza” en un juego de palabras y
de significados por contraposición a uno de los proyectos estrella de Madrid,
el de reforma de la plaza de España, con el lema: “Bienvenida, Madre
Naturaleza”.
Por último, tampoco habría inconveniente en suscribir las
palabras de Philippe de Villiers, creador del Parque francés « Puy du Fou », en
su oposición al aeropuerto de Notre-Dame-des-Landes el 12 de diciembre de 2017
: « Je ne comprends pas pourquoi la droite ne s’empare pas du sujet de
l’écologie» Qu’est-ce que la mission de la droite, si ce n’est l’enracinement,
la préservation de nos paysages intimes? »
(https://francais.rt.com/france/46459-projet-utopique-escroquerie-philippe-villiers-notre-dame-des-landes-ecologie).
Lo que es lo mismo en español: « ¿No entiendo por qué la derecha no hace suyo
el tema de la ecología? ¿Cuál es la misión de la derecha, si no la
consolidación de raíces, la conservación de nuestros paisajes íntimos? ». La
única diferencia es que ahora el paisaje amenazado es el nuestro, el de Toledo.
Antonio Zárate Martín
Reflexión de Juan Sánchez Sánchez sobre este artículo de Antonio Zárate Martín
Reflexión de Juan Sánchez Sánchez sobre este artículo de Antonio Zárate Martín
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