El triatlón ofrece mil y una posibilidades, y de la mente
depende que podamos o no descubrirlas y disfrutarlas. La reflexión va de la
mano (o mejor dicho, de la mente) de María Ortega de Miguel. El 2015 de la
triatleta de 26 años ha sido duro, difícil, con muchos altibajos, pero ideal
para aprender. Para madurar.
La temporada de la toledana, uno de los nombres propios de
la cantera de nuestro triatlón nacional, no empezó como le hubiera gustado ya
que no pudo acabar su debut en las Series Mundiales de Abu Dhabi. Aún así, lo
comprendió como un imperativo para entrenar más y además, la temporada acababa
de empezar. En dos semanas se iría a Quarteira a competir en la Copa de Europa,
donde acabaría undécima. Su suerte iba a cambiar. Tras su puesto 43 en la Serie
Mundial de Ciudad del Cabo, María necesitaba una inyección de positividad y
energía, y justamente fue eso lo que le dio subirse al segundo cajón del mítico
triatlón de Fuenteálamo, el triatlón de los triatletas. Después, en la Copa del
Mundo de Chengdú, China, quedó la cuarta española.
Parecía que todo eran buenas noticias desde entonces, pues a
pesar de las duras condiciones meteorológicas, el calor y la humedad durante la
disputa de la Copa Continental de Ixtapa, María consiguió un merecidísimo
cuarto puesto. “El clima es muy extremo. Bien por que terminé la carrera pero
teníamos más de 40 grados y 90% de humedad” comentaba ella misma. La idea era
quedarse en México las siguientes tres semanas para adaptarse al clima y hacer
una Copa del Mundo ITU de Huatulco excelente. Aún así, una mala caída mientras
entrenaba en Chihuahua hizo que se adelantara su descanso veraniego.
“Con la inesperada caída a mitad de temporada, me hice una
rotura de clavícula que me obligó a estar parada al menos un mes” comentaba la
toledana que añadía no estar satisfecha con esta temporada, pero sí con todo lo
que ha aprendido de ella. “Los malos momentos también llegan pero también se
van, nos caemos pero nos levantamos”.
¡¡Y como se levantó!! Sin ser un objetivo que se hubiera
planteado, María debutó en su primer triatlón de media distancia llegando
tercera a la línea de meta. Se le abría así un camino por delante. Lo que iba a
ser una simple experiencia, se convirtió en el podio del Half Sailfish de
Berga. “Mi debut en media distancia fue una grata sorpresa, no me esperaba
disfrutarlo tanto y me ayudó a final de temporada a recobrar la ilusión y a ver
con claridad las mil y una posibilidad es que ofrece el triatlón”.
Dos semanas después, y habiéndolo preparado aún menos María
se hacía con la victoria en su segundo triatlón de media distancia. El Desafío
de Cíes pues, fue la mejor manera de finalizar la temporada. Descubriendo una
nueva distancia, saboreando el oro y por fin en lo más alto del podio. “A veces
las cosas no planeadas salen mucho mejor. Estoy más que contenta y satisfecha
con la carrera que hice y más aún con el primer puesto” añadía la triatleta
toledana, pero ya casi gallega de adopción.
“Los objetivos para 2016 son básicamente recuperarme física
y psicológicamente sin prisa pero sin pausa”, nos comenta María Ortega. Con su
tenacidad, compromiso, esfuerzo y sobre todo motivación, seguro que la
triatleta volverá a afianzarse de nuestros artículos y crónicas con sus
triunfos. De hecho, en una entrevista en Melones del Abuelo, la triatleta
toledana decía que su motivación viene marcada por su manera de vivir
intensamente las cosas. Ganar, perder, superarse cada día, caerse volverse a
levantar, nervios, alegría, tristeza, ambición… en el deporte dice haber
encontrado sensaciones que no encuentra en otras cosas, que la llenan y que la
hacen sentir afortunada por poder vivirlas. Así que con esa motivación las
cosas solo pueden ir hacia adelante, como dice María: “sin prisa, pero sin
pausa”. Adelante María.
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