Alejandro Cano responde a Ricardo Sánchez Candelas sobre su escrito de ayer:
"No puedo estar más en desacuerdo con algunas de las
afirmaciones que sugiere Ricardo y que me permito retorcer para hacer algunas
reflexiones que me parecen oportunas. Yendo por partes y sin ánimo de crispar
erróneas interpretaciones:
SOLIDARIDAD
La palabra "solidaridad" aplicada a los trasvases
de agua entre cuencas es una intencionada y perversa manipulación del leguaje
por varios motivos:
Porque el sentido que se pretende dar es el equivalente a
"generosidad". La generosidad es una virtud unidireccional que
consiste en desprenderse de lo que uno tiene en favor del que más necesita; y,
en este sentido, necesita quien menos tiene.
Partiendo de esas premisas y en consideración a la
mentalidad decimonónica de que la Naturaleza repartía mal los recursos -razón
por la que había dos Españas, la seca y la húmeda- se decidió que la cuenca del
Tajo (supuestamente húmeda) tenía la obligación de ser solidaria y generosa con
la del Segura (supuestamente seca y manifiestamente esquilmada). Sin embargo,
como señala el Dr. de Economía Aplicada de la UNED Enrique San Martín en su
tesis doctoral de 2011:
o en una de sus conferencias:
En atención a lo anterior no cabe hablar de solidaridad y
generosidad porque estamos hablando de quitarle a quien poco tiene para darlo
a quien tiene más. Eso tiene mucho más
que ver con la palabra "colonialismo", por cuanto los recursos de un
territorio sirven al tesoro de otro.
Quien crea que no es correcto utilizar la palabra
"colonialismo" por entender que se trata de utilizar los recursos de
una parte del territorio en beneficio de la nación entera (síndrome del interés
general - SIG), no tiene más que consultar las conclusiones de la tesis
mencionada, según las cuales, tras el periodo de amortización del Trasvase
Tajo-Segura de 50 años (año 2030), España seguirá arrastrando un agujero de
casi 2.000 millones de euros que pagamos toda la ciudadanía española
(especialmente la de la cuenca del Tajo) para beneficio privativo de los
usuarios de ese trasvase.
MEZQUINDAD (A RÍO REVUELTO, GANANCIA DE PESCADORES)
No me consuela que, habiendo supuestamente tanta agua en el
Ebro (también la había supuestamente en el Tajo), se proyecten trasvases al
Segura desde otras cuencas. Los motivos:
1. Porque estaría
cayendo en la misma mezquindad de aquellos que utilizan el sufrimiento de
quienes padecen las inundaciones del Ebro para hacer valer su insaciable
apetito por el agua y justificar así la necesidad de nuevas infraestructuras
trasvasistas.
2. Porque,
precisamente por esa manifiesta mezquindad de los “aguadictos”, los actuales
beneficiarios del Trasvase Tajo-Segura no van renunciar a las aguas impolutas
de la cabecera del Tajo.
3. Porque además
justificarán seguir utilizando las del Tajo con el pretexto de aprovechar una
infraestructura que ya está hecha y a la que hay que explotar al máximo para
obtener también el máximo beneficio económico
4. Porque, como se
ha demostrado en estos 35 años de trasvases, la simple expectativa de conseguir
más agua genera mayor demanda. De hecho, en el levante se está regando con
aguas del Tajo el triple de hectáreas de las que inicialmente se había
previsto, ponderando las previsiones iniciales de trasvase a las reales.
5. Porque la nefasta
experiencia que sufrimos en la cuenca del Tajo es suficiente razón para no
querer que otra cuenca padezca similares efectos y aberraciones.
OPORTUNISMO VERSUS PEDAGOGÍA
Desgraciadamente, llevamos impreso en nuestro ADN –no sé si
en el humano o sólo en el español- la codificación genética necesaria para
identificar cualquier catástrofe y hacer de ella un instrumento de poder y
dominación. En ese sentido, el ser humano y su estupidez han cambiado muy poco
antropológicamente y, como ocurre en las religiones, se han acuñado ciertos
dogmas incuestionables de los que debemos desprendernos con algo de pedagogía
en lugar de seguir siendo víctimas y esclavos de irracionales impulsos por los
que:
1. Se asume con
facilidad y en sentido absoluto que un río tiene mucha agua y es excedentario,
cuando en realidad los ríos son consecuencia de la geomorfología del territorio
y de sus características climáticas y estacionales. Por tanto decir que un río
es excedentario o deficitario es tanto como decir que a una montaña le sobra o
le falta altura. Los ríos llevan el agua que llevan, cuando lo llevan, donde lo
llevan y como lo llevan.
2. Afirmar que los
trasvases entre cuencas permiten corregir los desequilibrios hídricos, supone
concebir una Naturaleza contraria o amenazante a nuestra existencia, cuando en
realidad nos debemos a ella y cada cuenca ha desarrollado especies biológicas
endémicas según los patrones físicos, químicos y climáticos que les
caracterizan. Los trasvases podrían modificar esos patrones y por tanto ver
amenazada la biodiversidad de una u otra cuenca.
3. Contrariamente a
lo que se repite, no son los ríos los que se instalan en nuestras propiedades y
nos inundan, sino nosotros quienes construimos en su patio. La vitalidad de
nuestros ríos se manifiesta precisamente en sus crecidas y estiajes. Pretender
domar la dinámica natural de los ríos a base de ponerles puertas, motas,
dragados y demás obstáculos para robarles su espacio vital es tanto como exigir
a los ríos que renuncien a su esencia y, en respuesta, conseguimos que de vez
en cuando ellos hagan valer su derechos y bajen con las escrituras en la mano
exigiendo el reconocimiento, respeto y aprecio que merecen.
4. Según lo
anterior, parece que nos empeñamos en defendernos de la Naturaleza, en lugar de
convivir con ella y reconocer que todo cuanto somos y hemos aprendido procede
de ella, a la que nuestra inteligencia colectiva ha observado, experimentado y
simulado para nuestro bien y provecho. Con el pretexto de un imprescindible y
creciente desarrollo económico –ilimitado e imposible- practicamos un
endiosamiento tirano contra quien nos ha provisto y nos seguirá proveyendo de
materia prima –limitada, pero renovable a escala humana- para nuestra
subsistencia y pervivencia.
5. Arriesgamos
mucho al pretender ignorar los ciclos de crecida de los ríos pues, aunque los
más violentos suelen ser también los menos frecuentes, no dudamos en esgrimir
razones economicistas de corto plazo para obtener provecho y beneficio de las
llanuras de inundación que, a la postre, acaban por ser un perjuicio, no sólo
económico y patrimonial –que también- sino en vidas humanas.
Para terminar, quiero advertir de que nuestra incongruencia
se está haciendo fuerte en la UE hasta tal punto de que la Directiva Marco del
Agua (DMA) puede estar sufriendo una revisión, rebajando considerablemente las
exigencias de sostenibilidad con las que devolveríamos a nuestros ríos la vida
que nos conceden.
Lamento la extensión. Ojalá no sea en vano."
Saludos,
Alejandro Cano
Alejandro Cano
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