Por estas grandes tuberías se sustrae el agua del Río Tajo
Ana Nodal de Arce en La Tribuna de Toledo (11/04/2024)
Hay dos imágenes que guardo en
la memoria en relación al Tajo: la primera, esa hermosa playa de Safont, con
los toledanos disfrutando de un idílico día de asueto. La otra, la
manifestación que reunió a más de 4.000 personas el 12 de marzo de 1978, encabezada
por los representantes de todas las fuerzas políticas de nuestra incipiente
democracia. Allí estaban Peces Barba, Gonzalo Payo, Fernando Chueca o Manuel
Díaz-Marta, alertando de la catástrofe que el trasvase iba a suponer para ese
río que abraza Toledo y que ha sido, a través de los siglos, loado por los más
insignes literatos. La ciudad se unió para defender lo suyo. ¿Qué ha pasado
durante décadas para que esta lucha por nuestro patrimonio natural se haya
diluido hasta convertirse en gresca política de poca monta?
Quizá esta triste realidad sea una consecuencia,
precisamente, de la falta de ideales y la mediocridad, que se ha instalado en
nuestra sociedad poco a poco tras aquella Transición. El concepto de servidores
públicos que definió a quienes protagonizaron los primeros años de nuestra
democracia ha desaparecido en buena medida ante la avaricia, la corrupción y la
falta de escrúpulos de unos cuantos que, poco a poco, han transformado en un
lodazal la ilusión surgida del ansia de libertad y de la generosidad del pueblo
español. Se ha impuesto la apatía y el desencanto, dando paso a una triste
resignación.
Los ciudadanos han bajado los brazos y vemos que el Tajo se
utiliza como arma política entre quienes, en realidad, no creen ni siquiera en
la posibilidad de que el río resucite. Los que nacimos en los sesenta y
llegamos a conocer un Tajo indómito y caudaloso, que daba cobijo a unos niños
libres, que iban en bicicleta a coger palodú a sus orillas, somos la última
generación que disfrutó del río en todo su esplendor. Nuestros hijos sólo han
conocido unas aguas turbias y frágiles. Y, para qué negarlo, el Tajo no les
quita el sueño, ante realidades que les azotan como el desempleo, la vivienda o
el coste de la vida.
Somos nosotros los que tenemos el deber moral de impedir que
nos roben el Tajo, de poner freno a esos que se quejan del trasvase a Levante,
pero planifican una Tubería que supone otro hurto del agua de nuestro río, pero
en la misma Comunidad. Y qué decir de quien presume de ser non grata en Murcia,
pero miraba para otro lado ante los vertidos contaminantes al Tajo cuando
gobernaba Toledo y ahora calla cuando el Gobierno al que representa sigue
autorizando trasvases con suma desfachatez. Farsante.
Dejen de hacer política con el Tajo. Que no esquilmen nuestro
río con continuos trasvases y que se depure cada gota que desemboque en su
lecho, proceda de Toledo o de Madrid. Ustedes, nuestros representantes, tienen
el deber de legar a las futuras generaciones un Tajo tan espléndido como el que
tuvimos el privilegio de gozar los que nos bañamos en el Río Chico. Un recuerdo
que tengo grabado no en la retina de la memoria, sino en la del corazón.
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