6 de diciembre de 2020

Ayad Lamdassem (Bikila), bate el récord de España de Maratón de Julio Rey por 17 segundos en Valencia con 2:06:35 que era del toledano desde el 23 de abril de 2006 de 2:06:52


Julio Rey de Paz cuando batió el récord de España en Hamburgo el 23 de abril de 2006

Ayad Lamdassem batiendo en récord de España de Maratón - Pincha en la imagen para ver el vídeo completo [Imagen tomada del vídeo de Antena Seis tv]

Ayad Lamdassem El Mouhcine hoy en Valencia [Foto David González-Diario AS]

Esto es lo que ha escrito Julio Rey en su Facebook sobre su amigo Ayad Lamdassem:

"Enhorabuena Ayad!!!
Si me alegro de alguien es que seas tú quien me lo ha quitado. Hoy mi padre también se alegraría de que hayas sido la persona elegida. Humilde, trabajador y buena persona. Compartimos habitación en innumerables ocasiones cuando eras muy jovencito y pude conocerte bien.
Los récords están para batirse".

Los grandes éxitos de Julio Rey:

• Medalla de plata - Maratón - Cto. del Mundo de París 2003• Medalla de bronce - Maratón - Europeo de Munich 2002• Medalla de bronce - Maratón - Europeo de Göteborg 2006• Récord de España de Maratón (2006)

Sus mejores marcas:

• 5.000 - 13:22.13 (1998)• 10.000 - 27:47.33 (1998)• Maratón - 2.06:52 (2006, Hamburgo). Ese año...• Maratón: 2.13:20 (Hamburgo)• Medio maratón: 1.03:19 (Paso intermedio en el maratón de Hamburgo).

CLASIFICACIÓN MARATÓN DE VALENCIA 2020

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MEDIO AMBIENTE: "Tragicomedia de Milagros Tolón" por Ana Nodal de Arce en La Tribuna de Toledo el 03/12/2020

Hace semanas dedicaba esta columna al tolonismo, una corriente de opinión que siguen acérrimos adeptos a la alcaldesa de Toledo que la defienden en redes sociales más allá de la razón, lo cual es lícito, mientras acosan y atacan con descalificaciones personales, las últimas homófobas, a quienes no comulgan con las ideas de la regidora. Y eso ya es de mal gusto y de una inadmisible falta de respeto, rozando lo delictivo. Pues bien, esta semana, la líder de este ‘movimiento’ se ha superado a sí misma y tras conocerse, en una magnífica exclusiva de este periódico, que los resultados del georradar desvelan que la parcela de Vega Baja en la que pretendía, con obcecación enfermiza, levantar el cuartel de la guardia civil esconde restos arqueológicos de gran valor, se ha puesto el mundo por montera y ha decidido, «por consenso», qué graciosa, que la Benemérita se traslade a la Peraleda. Y punto. Para darle más valor a ese despótico proyecto ha contado con dos aliados que han dejado las instituciones que representan a la altura del betún, los presidentes de la Real Fundación Toledo, Eduardo Sánchez Butragueño, y de la Real Academia de Bellas Artes, Jesús Carrobles.

Es bueno recordar que el propio Carrobles ha repetido que la Peraleda es una zona con valor patrimonial y arqueológico similar a Vega Baja y que forma parte del cono paisajístico de protección que arropa la declaración de Toledo como Patrimonio de la Humanidad. Si esto último no lo dijo él, lo añado yo. Respecto a  Sánchez Butragueño, nunca pensé que se prestara a una pantomima de tal calibre, máxime cuando la paralización de la construcción de 1.300 viviendas en Vega Baja, allá por 2006, tuvo en uno de sus antecesores, Gregorio Marañón, su principal adalid. Ni la Fundación ni la Academia han presentado informes que avalen los papeles de escuderos de Tolón que han representado sus respectivos responsables.
En este escenario, la regidora ha tratado de tapar su soberbia en Vega Baja con argumentos grotescos y ha vuelto a retomar la idea de arrasar Safont para convertirlo en recinto ferial, desoyendo la opinión de los vecinos, a quienes tiene amordazados desde que empezó una legislatura hace año y medio.
Espero que actúen la Junta, Page más bien porque su consejera parece guardar reminiscencias tolonistas, el ministerio de Cultura (¿hay ministro?), la Unesco y las instituciones precisas para frenar la deriva que ha tomado Toledo en un proyecto urbanístico que no augura nada bueno. El cuartel, tal como se proyectó hace años, en tiempos de Daniel Romero, debe ir a la zona de contacto, la Vega Baja y su entorno necesitan una total protección como paraje BIC y es preciso limitar las ansias depredadoras de la alcaldesa, que como siga así es capaz de construir sobre la Piedra del Rey Moro.
Agatha Christie dijo que las mejores ideas para los crímenes de sus novelas le habían surgido fregando platos. Me temo que a Milagros Tolón los mayores atentados contra el urbanismo se le hayan ocurrido inaugurando el Mercadona. La lucha sigue.

Ana Nodal de Arce

- FUENTE

MEDIO AMBIENTE.- Podcast de la Cadena Ser de Toledo "Tertulia El Miradero: la situación de Vega Baja en Toledo" el 02/12/2020

Podcast de la Cadena Ser de Toledo "Tertulia El Miradero: la situación de Vega Baja en Toledo", donde Antonio Zárate, Javier Matero y Jesús Fuentes Lázaro,  hablan sobre la nueva situación de Vega Baja , del cuartel de la Guardia Civil, de la Peraleda, y del urbanismo de la ciudad, o la falta de plan de ciudad.

MEDIO AMBIENTE: "No a la nueva ubicación del cuartel, la Peraleda también es Vega Baja" por Antonio Zárate en ABC de Toledo

Antonio Zárate Martín
 

«La nueva ubicación se halla en la zona de protección acotada por las Instrucciones de la Dirección General de Bella Artes de 1968»

Realmente no puede ser más sorprendente la rueda de prensa de la alcaldesa día 1 de diciembre para comunicar la ubicación del nuevo cuartel en el actual ferial de la Peraleda tras la imposibilidad de hacerlo en el lugar que había previsto en la Vega Baja.

Con ello se desechan otros emplazamientos desde que se empezó a hablar en 2007 de un nuevo edificio para el cuartel, incluso de la posibilidad de levantarlo en el mismo lugar que hoy ocupa, prescindiendo de una operación especulativa de recalificación del suelo para la construcción de viviendas en esa misma parcela, como la reciente cesión del cuartel de Loyola al ayuntamiento de San Sebastián, aparte de las connotaciones políticas con el PNV que aquella operación también comporta.

MEDIO AMBIENTE: Vega Baja. ¿Y ahora qué? por Isabelo Sánchez

Isabelo Sánchez Gómez

Durante mucho tiempo ha resultado inútil intentar convencer a los poderes públicos de que Vega Baja era algo más que las zonas protegidas como Bienes de Interés Cultural, a pesar de la evidencia abrumadora de la existencia de restos arqueológicos dispersos por toda ella. Sin contar con las obligaciones y compromisos internacionales de proteger el paisaje de las vegas, en el mundo sólido de la materialidad arqueológica, muchos han tenido que meter el dedo en la llaga para creer, y aun así, a algunos está claro que les molesta el patrimonio, y siempre les ha importado un bledo.

A pesar de las continuas declaraciones desde la administración de respeto al patrimonio, la realidad de la historia de Vega Baja dice otra cosa completamente distinta. Lo que han hecho por preservar el patrimonio, ha sido poco o nada. La administración regional sólo in extremis, cuando ya era innegable la importancia de lo que allí había, paralizó el proyecto urbanístico Vega Baja I, pero hasta el último momento hubo dudas. La declaración BIC fue tan forzada, que los límites se trazaron a escuadra y cartabón, ajustados al proyecto urbanístico, algo que ya era inverosímil en aquel mismo momento, pues lo excavado mostraba claramente que los restos se prolongaban hacia otras parcelas. Está claro que era un absurdo arqueológico que el yacimiento topara abruptamente con una línea dibujada en un papel, pero en lugar de cumplir con sus obligaciones de promover investigaciones para saber si el yacimiento se extendía más allá, y así proteger el conjunto completo y no sólo una parte, no lo hicieron, no fuera a ser que aparecieran más piedras. Y ahí quedó todo. Bueno no, la misma administración regional encargada de la tutela del patrimonio, aprobó uno tras otro todos los planes y proyectos urbanísticos redactados por el Ayuntamiento, que eliminaban las protecciones previas, y planificaban construcciones por toda la Vega Baja, incluso encima del yacimiento que ellos mismos habían declarado BIC.

Por su parte, la administración local, hizo todavía mucho menos. Ha sido la responsable de la redacción de todos y cada uno de los planes y proyectos urbanísticos que se pretendían desarrollar sobre Vega Baja, desde el convenio inicial con Defensa para que se pudieran construir más de 900 viviendas en el suelo que hasta ese momento estaba protegido, hasta el momento actual, en que tienen aprobada una modificación puntual del plan de 1986, que permite la construcción, ahora mismo, de 1.300 viviendas sobre el yacimiento declarado BIC, 300 en el antiguo camping del circo romano, y 98 en el entorno del Cristo de la Vega, sobre otro BIC, además de usos dotacionales y terciarios dentro y fuera de las zonas protegidas (incluido El Corte Inglés), sin contar con que en 2017 aprobaron y desarrollaron la urbanización de la UA 34, en Santa Teresa, y la construcción de 4 bloques de viviendas de cinco plantas de los que sólo han podido levantarse dos, claro, por la aparición de restos arqueológicos. Además, han sido los impulsores de la consolidación de aparcamientos irregulares dispersos encima del sitio,  y defensores a ultranza de la construcción del cuartel de la Guardia Civil, todo ello, a pesar de la opinión en contra de expertos y organizaciones locales, nacionales e internacionales, defensoras del patrimonio.

Su mayor éxito en la protección del patrimonio fue la construcción sobre el mismo yacimiento protegido de una senda peatonal (sin seguir algún plan director del sitio que dijera lo que había que hacer, simplemente porque no existe), que ha cortado el yacimiento arqueológico por la mitad, ocultando importantes restos arqueológicos, muchos de ellos aún por excavar. Poco más han hecho, por no decir nada. Tenían obligación desde el 2008 de haber realizado un Plan Especial de Protección y no lo han hecho. Bueno, concedamos que la empresa mixta público-privada, Toletum Visigodo, S.L., en la que participaban todas las administraciones (Junta, Diputación y yuntamiento), además de socios privados, hicieron un buen trabajo con las excavaciones arqueológicas, que permitieron un mejor conocimiento del yacimiento, aunque tal vez a un coste desorbitado. Sin embargo, al mismo tiempo, el final de esta sociedad pone en evidencia los intereses que realmente se tenían. Financiaron y mantuvieron su funcionamiento mientras había esperanzas de urbanizar y sacar beneficio. El gerente de entonces, para asegurarse de no cometer los mismos errores que en Vega Baja I, encargó la realización de prospecciones y sondeos, que mostraron que el yacimiento se extendía por la zona que se pretendía desarrollar en ese momento, Vega Baja II. No debieron gustar mucho sus declaraciones de que el yacimiento se prolongaba más allá de la zona protegida, y al poco dimitió. A partir de entonces, se dejó morir a la empresa.

A muchos les habría gustado tener un suelo blanco, inmaculado, totalmente liso y libre de obstáculos para obtener un gran beneficio, al colocar casitas aquí y allá. Por eso ven el patrimonio como un obstáculo o una mancha. Habrían querido que las parcelas estuvieran “bastante limpias”, o mejor, “limpias” del todo de patrimonio, y como no lo estaban, que les hubieran dejado “limpiarlas”, lo más rápidamente posible, para ganar más dinero. No entienden que existan valores públicos superiores al beneficio económico de algunos, que deben protegerse.

Siempre han negado que el yacimiento fuera más de lo que habían marcado como BIC, porque les interesaba, y lo defendieron a capa y espada para lograr sus objetivos de construir. La obligación como administraciones era intentar arrojar luz, proteger todos los intereses, y los públicos en primer lugar, y en vez de eso, cuando pudieron, intentaron restar valor a los restos arqueológicos, una estrategia política, y de quienes tienen intereses urbanísticos, muy conocida en el mundo de la arqueología, cuando el (“su”) urbanismo “choca” con el patrimonio público.

A pesar de la evidencia, pretendían tirar para adelante, como se quiso hacer en 2005-2006: excavar y documentar los restos como marca la ley, para luego, en su caso, desmontarlos y/o protegerlos debajo de bloques de pisos, o del cuartel, que es casi lo mismo que eliminarlos. Como responsables de la tutela del patrimonio, la administración regional tenía la obligación de delimitar correctamente el yacimiento, porque era evidente desde hacía mucho tiempo, que no lo estaba, y como era lógico, la prospección geofísica encargada ahora ha mostrado que era como muchos decíamos. Si existen restos arqueológicos idénticos a los que aparecen a sólo unos metros de distancia, en la zona protegida, no queda más remedio que protegerlos con la misma categoría, es decir, ampliar el BIC, porque, que esa área esté incluida dentro de un ámbito de protección de la carta arqueológica, está claro que no es la mejor protección para un yacimiento extenso, como es el caso. Si ya existe una zona protegida de esta manera, y existen pruebas contundentes de que el yacimiento se extiende más allá de sus límites, no ampliar la protección a esas zonas podría entrar dentro del supuesto de expoliación contemplado en el artículo 4º de la Ley del Patrimonio Histórico Español, cuando, al urbanizar, se ponga en riesgo una parte de la ciudad visigoda.

Afortunadamente, la presión ciudadana, una vez más, como en aquel lejano 2006, en que muchos creyeron haber salvado el yacimiento, ha conseguido enderezar la situación, doblando el brazo político. Enhorabuena a todos por esta victoria, pero no debemos dormirnos en los  laureles. La experiencia debe guiarnos para no caer en la misma trampa de antaño. Mientras la Modificación Puntual 28, que permite construir en casi toda la Vega Baja, siga en vigor, el yacimiento seguirá estando en riesgo. Y ahora, "el eje" del ladrillo se desplaza también hacia La Peraleda, y por lo tanto, la lucha sigue.

Isabelo Sánchez

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