26 de agosto de 2019

MEDIO AMBIENTE.- Del blog Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura: Safont, o "cuando el dinero del pobre (pueblo) va dos veces al mercado"

Plano realizado por Cesáreo Bas Vivancos, a partir del dibujado por El Greco.  1610. Archivo Municipal de Toledo. Indicación de lo que entonces era  la isla de Antolinez  y hoy es Safont

Isabelo Sánchez Gómez
Licenciado en Geografía e Historia
Máster en Patrimonio Histórico: Investigación y Gestión
Miembro de la plataforma "Toledo. Sociedad, patrimonio y cultura"


Parece que el refrán original se refiere al avaro que por ahorrar escatima comprando algún producto que, debido a su baja calidad, debe volver a comprar por segunda vez, teniendo un gasto, al final, mayor, que si hubiera comprado desde el primer momento un artículo de clase superior. El mismo refrán se aplica al pobre, pero en este caso, la reserva tiene más que ver con la  necesidad que con la tacañería, aunque el resultado sea idéntico en la duración del bien, mas no así en el quebranto, siempre mayor para el menesteroso.

Trasladado el refrán a la "res pública", se entiende que el poder debe siempre buscar el bien común, mediante  la mejor gestión posible del dinero colectivo, que se aplica a la prestación de servicios, o la realización de obras. Para ello es necesario promover licitaciones a precios de mercado razonables, con la mejor relación calidad-precio, y evitando, en las ofertas, bajas temerarias, aspectos, ambos, que podrían llevar a una pésima calidad en las prestaciones finalmente contratadas y, por lo tanto, a un gasto añadido en reparaciones o mantenimientos.

Si al final se hace todo bien, para el caso de las obras que se acometen, ya sean edificaciones, o parques y jardines, por ejemplo, todo el mundo sabe, que para que todo el esfuerzo público no sea en balde, debería existir una planificación a largo plazo, en el sentido de que la administración tiene que tener en cuenta no sólo la ejecución de la obra en sí misma, sino el mantenimiento de la misma, ya sea de forma directa, mediante sus propios recursos, o mediante la cesión, junto con su mantenimiento, a un tercero, que garantice el funcionamiento del establecimiento, y por lo tanto el disfrute, a lo largo del tiempo, por parte de los ciudadanos que financiaron el proyecto.