Una vez más el rio Tajo ha sido noticia en Toledo. Días de música para mostrar el desastre del rio y reivindicar su cauce limpio y una Cátedra en la Universidad de Castilla-la Mancha para convertir en ciencia y divulgación lo que en su día fue un error fatal y en la actualidad es un error medioambiental. Ambos acontecimientos han sido noticia en Toledo, pero no lo han sido en el ámbito nacional, que sepamos. Y esto no deja de ser un grave inconveniente. Existe en los medios nacionales un pacto de silencio para no situarse de parte de lo que es un desastre climático. En algunos casos, lo tratan como un asunto local o una pugna territorial anecdótica. Una infravaloración de lo que es un problema de gran envergadura.
Uno confía –la confianza y el azar es lo que les queda a los débiles en una confrontación tan desigual - en que ambas iniciativas, promovidas por la Fundación Toledo y Solís, sirvan para concienciar, al menos a la gente de Toledo, del enorme desastre que supuso y supone el Trasvase Tajo- Segura. Uno confía en que, con acciones como las citadas y otras probables, un día salte la chispa que provoque un 'Big Bang' social y medioambiental. Se descubrirá entonces el enorme disparate de esta obra y la intolerable contaminación de un rio que es el eje vertebrador de un territorio. Cuando eso ocurra, si es que ocurre, se podrá comprobar el daño producido por unas políticas tan ofuscadas.
Partimos de una enorme desventaja. Mientras el río, a su paso por Toledo, es una cloaca que nadie quiere depurar, porque es una inversión costosa que exige un mantenimiento caro, y es poco rentable electoralmente, en Levante hay gentes que hacen fortuna. Así tenemos una de las confrontaciones clásicas: la pobreza de unos contra la riqueza de otros. Y no existen demasiados vestigios en la Historia en la que la primera gane a la segunda. La riqueza se adapta y se camufla para que la pobreza de muchos siga siendo la base de la riqueza de pocos. Las naciones ricas, las ciudades ricas, las personas ricas lo son a costa de la explotación de los recursos ajenos y de la anestesia de los explotados. Confiemos en que iniciativas como las comentadas y otras posibles, en algún momento inusitado, provoquen una explosión cívica que acabe con la pesadilla.
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