Julio Rey acaba la Ultratrail de Gredos. El plusmarquista
finaliza en la novena posición masculina una de las pruebas de atletismo de
montaña más exigentes de España.
No todos los días se puede ver a un plusmarquista nacional
de maratón compitiendo en una ultratrail. Y menos aún en la de Gredos, que
tiene a gala ser una de las más duras de España. Sin embargo, el pasado fin de
semana Julio Rey no dudó en ponerse las zapatillas y la mochila para lanzarse a
un reto formidable: completar una carrera de 85 kilómetros. Y el toledano lo
hizo. Y además, en una gran posición, acabando décimo de la clasificación
general y noveno de la masculina.
El propio atleta capitalino reconoce que fue «una pequeña
locura» que nació de un compañero en el seno del TrainingRey. En concreto, fue
David Martín de Vidales quien le habló de esta cita y, «sin saber exactamente
lo que era», se lanzó a por una competición que él mismo reconoce que «está más
cerca de los deportes de aventura que del atletismo».
El maratoniano, para encarar la cita con optimismo, se la
planteó como «salir del barrio toledano de San Antón y llegar hasta la Puerta
del Sol de Madrid, para después volver y llegar hasta Parla». Eso sí, lejos de
recorrer el trayecto por la A-42, el capitalino tuvo que hacer frente a un
recorrido en el que superó parajes como Candeleda acumulando un desnivel
positivo de más de 5.000 metros.
De hecho, confiesa que cuando llegó «al kilómetro 42,
después de más de ocho horas de carrera, vi que todavía me faltaban otros 43
kilómetros más y pensé que nunca llegaría a la meta». Sin embargo, «el apoyo de
la gente» que suele diseminarse por el recorrido, muchos de ellos familiares y
amigos suyos, le llevó hasta la línea de meta recuperando alguna posición,
puesto que del puesto 15 de ese avituallamiento pasó al décimo en la meta con
un tiempo oficial de 12 horas y 49 minutos justos.
Más preparación. Julio Rey es consciente de que, si quiere
seguir haciendo más pruebas de estas características, deberá llevar a cabo una
preparación más específica. Y es que en su opinión «la técnica de carrera no
tiene nada que ver con una prueba de atletismo». No en vano, en muchos tramos «es
más importante mirar al suelo para ver dónde pisas que el propio ritmo que
lleves».
De hecho, reconoce que apenas miró el reloj para ver si
estaba cumpliendo con sus expectativas en cuanto a velocidad. «Lo usé para no
salirme del recorrido, porque una de las particularidades es que te obligan a
llevar el circuito metido en el GPS para evitar que te pierdas», apunta el
maratoniano de San Antón.
Asimismo, en la mochila debe portar una venda de siete
metros, el citado reloj con el circuito y la escapatoria más cercana en caso de
sufrir un contratiempo, un chubasquero y el avituallamiento que considere
necesario. En su caso, dos sandwiches, «uno de jamón serrano y otro de
nocilla», además de los geles y una botella pequeña de agua.
Con todo, durante el recorrido «hay puntos de
avituallamiento», aunque en su caso apenas pudo aprovecharlos. Y es que «ponen
platos de pasta y caldos, pero yo sólo podía ingerir agua y fruta», se sincera
un Julio Rey que ha descubierto, una vez más, que «no sabemos hasta dónde llega
el cuerpo».
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