Miguel Ángel Sánchez
Este artículo va a ser corto. Ya es de noche en Toledo, sólo las luces amarillas al otro lado de la ventana, en el parque de bomberos, y quedan muchos kilómetros. En un mes se cierra el plazo para las sugerencias al borrador de Plan de cuenca del Tajo, que conducirá su gestión (un decir) hasta más allá de 2027. Todo lo que se alegue será papel mojado, no servirá para nada, como no sirvió en los dos planes anteriores. Estos días la Confederación Hidrográfica del Tajo culmina el paripé de reuniones, y mesas con el único fin de vestir en Europa de participación lo que ha vuelto a ser un trágala político, una chapuza a la que nos viene a tener acostumbrado, y que los técnicos firman sin rechistar, aunque luego vayan protestando por los pasillos.
El Plan de cuenca que va a salir es una puñalada más para el Tajo, tanto para la cabecera, como para Aranjuez, Toledo y Talavera de la Reina. Y el Tajo-Segura ni se toca. Es más de lo mismo, esta vez -como casi siempre- con la aquiescencia de un Gobierno de Castilla-La Mancha perennemente con las luces cortas. Muy cortas. Se vende, a coro desde Madrid y Toledo, que la inversión en depuración en la Comunidad de Madrid solucionará los problemas del Tajo en Toledo. Y ya está. Es falso. Talavera no existe, ni para el Ministerio ni para la Junta. Y los caudales, los subimos un poco, incumpliendo las cinco sentencias del Tribunal Supremo, y ya está. Que no pasa nada. Si eso que vuelvan a recurrir, y dentro de cinco o diez años ya el Supremo volverá a decir que no, y así hasta el infinito…
El Tajo ha sido y sigue siendo un magnífico cadáver, un cromo que cambiar por intereses en otros territorios. La debilidad política y estratégica de Castilla-La Mancha vuelve a quedar en evidencia. Pero es más: volvemos a sacrificar al Tajo por el cortoplacismo político. Un error que lamentaremos, pero como sabemos el Tajo ha dado y seguirá dando mucho juego. Político, claro.
No he asistido a ninguna reunión del Plan. Sólo me he leído los documentos, las sentencias del Supremo, y, desde mediados de los noventa del pasado siglo, los cuatro últimos planes de cuenca y su documentación. Creo que sé lo que digo. Y por desgracia el tiempo me dará la razón. A estas alturas sólo espero que los ciudadanos digan que no, cada uno desde su espacio, desde su voz o su grito. Que nadie se engañe ni se deje engañar: nos han vuelto a robar la posibilidad de recuperar el Tajo. Yo lo dejo escrito, una vez más.
Miguel Ángel Sánchez
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