Miguel Ángel Sánchez [Foto archivo] |
"El Tajo está muerto. Es un río sin pulso. Entrepeñas y Buendía vacíos; Madrid y el Canal de Isabel II acaparando lo que queda en el tramo medio, y devolviendo las aguas residuales al Jarama y al Guadarrama con un calidad inaceptable cuando cerramos la segunda década del siglo XXI; en Extremadura los embalses vacíos debido a una gestión hidroeléctrica filibustera, dejando al aire las tripas de centenares de yacimientos arqueológicos, y creando un problema con Portugal por un convenio de Albufeira que deja al río seco durante muchos meses en el país vecino. Y qué decir del estado del río en Toledo o Talavera, donde se ha regado con aguas residuales. ¿Peces muertos? Normal. ¿Se han ofrecido por parte del Ministerio de Transición Ecológica los parámetros fisico-químicos del agua con la que se ha regado y contaminado miles de hectáreas de nuestra vega?"
Nos queda la razón, el grito, y sobre todo la palabra. No nos queda el río, el Tajo, no nos queda el agua, pero nos queda la esperanza y el trabajo realizado. A estas alturas el escenario del Tajo es dantesco, tanto en su traza en el territorio, como en el andamiaje jurídico que sustenta una tropelía de sobreexplotación que se acerca al medio siglo. Ayer, la Comisión Europea nos hacía llegar una carta a la Plataforma en defensa de los ríos Tajo y Alberche de Talavera, donde nos dejaba claro que «tomaba nota» sobre las cinco sentencias del Tribunal Supremo, y la inacción al respecto del Gobierno de España.
Pero creo que, siendo importante los frentes que desde hace
tres lustros hemos abierto, los logros conseguidos, y el arrinconamiento
definitivo –al menos sobre el papel– de la política de aguas perpetrada en
España contra el Tajo, ha llegado el momento de reconocer que no es suficiente.
No es suficiente porque los colectivos ciudadanos hemos llegado lejos, mucho, casi
hasta donde se puede llegar; pero las estructuras políticas y de poder impiden
que haya un cambio. El Gobierno de Pedro Sánchez ha sido de media el más
trasvasista de la historia, a la par con José María Aznar. El día 1 de octubre,
fecha de inicio del nuevo año hidrológico 2019/20, había nada más y nada menos
que 159 hectómetros cúbicos del Tajo almacenados en la cuenca del Segura (agua
para satisfacer las demandas de Toledo o Talavera durante más de 20 años). La
media de agua del Tajo almacenada en el Segura desde junio de 2018 hasta
septiembre de 2019, ha sido de 128 hm3, frente a los 53 hm3 de los dos años
anteriores. Es decir: se han aprobado trasvases políticos, innecesarios, sólo
para mantener la entente social, y los ánimos calmados en el Levante, sin
importar un bledo lo que aquí se diga.
Castilla-La Mancha mantiene la línea política marcada desde
los primeros años del bonismo. Ya he escrito y explicado que el gobierno de
Castilla-La Mancha debería y puede hacer mucho más, no sólo por el Tajo, también
por el Segura, el Júcar e incluso el Guadiana. Y es que si no lo hace
Castilla-La Mancha, no lo va a hacer otra Comunidad. Delegar las competencias
de Agua a Agricultura ha sido un error. Siguen faltando estructuras políticas y
técnicas de primera línea, recursos humanos y económicos, y un modelo de
desarrollo regional que recupere el uso y disfrute de los ríos, dentro de un
marco legislativo europeo de gestión nacional e internacional.
El Tajo está muerto. Es un río sin pulso. Entrepeñas y
Buendía vacíos; Madrid y el Canal de Isabel II acaparando lo que queda en el
tramo medio, y devolviendo las aguas residuales al Jarama y al Guadarrama con
un calidad inaceptable cuando cerramos la segunda década del siglo XXI; en
Extremadura los embalses vacíos debido a una gestión hidroeléctrica
filibustera, dejando al aire las tripas de centenares de yacimientos
arqueológicos, y creando un problema con Portugal por un convenio de Albufeira
que deja al río seco durante muchos meses en el país vecino. Y qué decir del
estado del río en Toledo o Talavera, donde se ha regado con aguas residuales.
¿Peces muertos? Normal. ¿Se han ofrecido por parte del Ministerio de Transición
Ecológica los parámetros físico-químicos del agua con la que se ha regado y
contaminado miles de hectáreas de nuestra vega?
Miguel Ángel Sánchez
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